La historia de la barba masculina es sumamente diversa, gozando de épocas de gran prestigio y en otros momentos siendo repudiada por la mayoría. Actualmente las barbas gozan de una nueva ola de popularidad, pero esto no siempre fue así.
Relacionado: Lea la guía completa sobre el trasplante de barba aquí
Los antropólogos especulan sobre el origen de la barba como una forma para los hombres de verse más agresivos y fuertes, también pudieron ser útiles para cubrir a los cazadores del viento frío. Al no existir un método para rasurarse, la barbas abundaron en el mundo primitivo.
En tiempos del antiguo Egipto y Grecia las barbas empezaron a obtener un valor estético y fueron apreciadas por su belleza o como signos de sabiduría. El valor de una barba era tan profundo que en muchas culturas se consideraba como una deshonra cortarla y se reservaba para castigos importantes o ejecuciones.
Se sabe que los egipcios eran dados a teñir sus barbas de varios colores y hacerse trenzas con anillos de oro o plata.
Esta tendencia se mantuvo hasta los tiempos del Imperio Romano, donde la barba pasó a ser un signo de descuido, común entre los pobres y esclavos. El emperador y los soldados, en cambio, tomaron la costumbre de depilar sus barbas para mostrar un aspecto limpio y disciplinado. Esto hizo que las barbas desaparecieran por varios siglos.
Luego de la caída del Imperio Romano, también cayó la costumbre de depilarse el rostro, por lo que se volvió a dar un auge de popularidad de la barba. Reyes y nobles empezaron a utilizar el cabello facial como un signo de honor, fuerza y estabilidad.
A finales del medioevo se popularizaron los peinados exagerados con el vello facial usando cera para peinar en la barba y los bigotes.. Esta moda fue frenada por grandes líderes que se oponían a la barba. Por ejemplo, la Reina Elizabeth estableció un impuesto extra a todos los hombres que llevaran barba por el simple hecho de que a ella no le agradaban. La misma medida se repitió en otros reinos.
Con los albores de la industrialización, las barbas recuperan su popularidad por la concepción errónea de que sirve para atrapar impurezas. Durante el siglo XIX se asociaba una barba tupida como un indicio de buena salud y longevidad que podía proteger las vías respiratorias del humo de las industrias y los nuevos vehículos.
Además, grandes figuras en la literatura y la política popularizaron el uso de la barba. Se destaca la barba famosa de Karl Marx o la de Abraham Lincoln.
Esta tendencia se mantuvo hasta la llegada de la primera guerra mundial, en donde el uso de la barba cayó drásticamente, en vista de que no permitía un uso apropiado de las máscaras de gas. La barba volvió a desaparecer, esta vez como una medida de seguridad. Luego de la Segunda Guerra mundial la tendencia de rasurarse continuó, apoyada por las nuevas tecnologías de rasuradoras que hacían la labor mucho más sencilla.
El uso de la barba se mantuvo vivo por los hombres dentro del movimiento hippie. Esta vez la barba simbolizaba la libre expresión y un estilo relajado. Cuando los Beatles se unieron a esta moda, las barbas alcanzaron una popularidad sin precedentes.
Sin factores externos que la limiten, la barba ha vuelto a ganar popularidad entre los hombres. Hoy en día forma parte de la moda hipster y abundan los “barber shops” por todo el país. La tendencia es mantener una barba tupida, pero bien recortada.
Fuera de estas modas, la barba también es común en figuras públicas y celebridades mundiales, donde los estilos varían desde las barbas pulcramente recortadas, hasta las abundantes y largas en las personalidades más relajadas.
A lo largo de la historia de la humanidad, la barba ha sido una constante. Sin importar los momentos en los que se usó muy poco, el uso de la barba siempre ha resurgido con mayor popularidad. Hoy en día, como parte de una cultura de expresión individual, muchos hombres han adoptado la barba como un estilo de vida.